El diseño de las oficinas de R3 Arquitectos parte de la intención de integrarse con el paisaje y asumir el edificio como parte del cerro Callacpuma, en cuyas faldas se ubica. Para lograrlo, el proyecto se escalona, siguiendo la pendiente natural mediante plataformas a distintos niveles y una volumetría que se retranquea progresivamente, generando una silueta fragmentada. Así, se minimiza su impacto visual y se emula la lógica del cerro, con volúmenes que avanzan y retroceden como formaciones rocosas. Esta integración se refuerza con materiales y colores que lo mimetizan con el entorno: piedra rojiza en muros inferiores que sugiere continuidad con el suelo y concreto expuesto en niveles superiores, con techos y muros en una tonalidad gris próxima a la del fondo montañoso.

La organización funcional sigue esta misma lógica ascendente, con espacios de mayor uso en la base y áreas más privadas hacia lo alto, tanto en la oficina (lado este) como en la zona de vivienda (lado oeste). La disposición escalonada permite una continuidad espacial y visual entre niveles, generando relaciones diagonales entre ambientes. Desde el interior, se prioriza una conexión constante con el entorno, donde los eucaliptos altos frente al edificio se asumen como parte del paisaje en lugar de como un obstáculo visual. Se articulan múltiples estrategias de encuadre y apertura: por un lado, vanos horizontales recortan fragmentos del paisaje, mientras techos, muros altos y parapetos enmarcan el cielo, las copas y el valle; por otro, superficies abiertas, como la esquina vidriada del taller o el techo transparente sobre parte de la vivienda, convierten el paisaje exterior en parte de la envolvente espacial. Así, el edificio no solo se integra al paisaje, sino que lo incorpora como parte esencial de su arquitectura.

The design of the R3 Arquitectos office stems from the intention to integrate with the landscape and to conceive the building as part of Cerro Callacpuma, at whose foothills it is located. To achieve this, the project is terraced, following the natural slope through platforms at different levels and a progressively recessed volumetry that produces a fragmented silhouette. In this way, its visual impact is minimised while emulating the logic of the hill, with volumes that project and recede like rock formations. This integration is reinforced through materials and colours that blend with the surroundings: reddish stone on the lower walls, suggesting continuity with the ground, and exposed concrete on the upper levels, with roofs and walls in a grey tone akin to the mountainous backdrop.

The functional organisation follows this same ascending logic, with the most frequently used spaces located at the base and more private areas set higher up, both in the office wing (east side) and the residential wing (west side). The stepped arrangement enables spatial and visual continuity between levels, generating diagonal relationships between different environments. From within, a constant connection with the surroundings is prioritised, where the tall eucalyptus trees in front of the building are embraced as part of the landscape rather than seen as a visual obstruction. Multiple framing and opening strategies are employed: on one hand, horizontal apertures cut fragments of the scenery, while roofs, high walls and parapets frame the sky, treetops and valley; on the other, open surfaces—such as the glazed corner of the studio or the transparent roof over part of the residence—draw the external landscape into the spatial envelope. In this way, the building not only integrates with the landscape but incorporates it as an essential part of its architecture.