La Casa Ping Pong contrapone de forma deliberada la delicadeza y la robustez a través de su lenguaje formal y material. El espacio social principal se alberga en una caja vidriada con estructura metálica, sobre la cual se posiciona un volumen casi macizo, donde el concreto expuesto y las aristas inclinadas construyen la imagen de que la delicada caja vidriada sostiene el peso de ese volumen superior. Esta inversión conceptual, en la que lo ligero parece soportar lo pesado, genera una tensión visual que otorga al conjunto una cualidad de ingravidez. A ello se suma un techo delgado, casi abstracto, que se despliega en planos quebrados y con aleros pronunciados, posándose como un manto que reposa suavemente sobre la arquitectura. A nivel funcional, el proyecto incorpora una sala de entrenamiento de ping pong como parte integral de la vivienda. Ubicada hacia el sur, esta pieza se articula con las áreas sociales mediante conexiones visuales que permiten mantener un vínculo entre lo cotidiano y lo deportivo sin interrumpir los usos. Así, se configura una planta fluida, donde distintos programas coexisten de forma armónica, conservando su autonomía pero estableciendo un diálogo constante.

Casa Ping Pong deliberately juxtaposes delicacy and robustness through its formal and material language. The main social space is housed within a glazed box supported by a steel structure, above which sits an almost solid volume, where exposed concrete and inclined edges create the impression that the delicate glass box bears the weight of the upper mass. This conceptual inversion—in which the light appears to support the heavy—generates a visual tension that lends the whole a quality of weightlessness. Adding to this is a thin, almost abstract roof, unfolding in broken planes with pronounced eaves, resting gently like a mantle over the architecture.

Functionally, the project incorporates a ping pong training room as an integral part of the dwelling. Positioned to the south, this space is connected to the social areas through visual links that preserve a relationship between the everyday and the sporting without disrupting either use. In this way, a fluid plan is achieved, where different programmes coexist harmoniously, retaining their autonomy while maintaining a constant dialogue.